Cuando el Pergamino Constitucional no Alcanza las Estrellas: Colombia, la Órbita Geoestacionaria y un Satélite del Tamaño de una Caja de Zapatos
[...] la Constitución colombiana de 1991 reclama soberanía sobre un segmento específico del espacio ultraterrestre. No sobre cualquier porción celeste, sino precisamente sobre aquella franja de la órbita geoestacionaria que se suspende, inmóvil y majestuosa, a 35,786 kilómetros por encima del territorio nacional. La ironía resulta tan deliciosa como instructiva. Colombia, que actualmente opera un único satélite —un modesto CubeSat del tamaño aproximado de una caja de zapatos—, se arroga constitucionalmente derechos soberanos sobre uno de los recursos orbitales más codiciados de la humanidad. Mientras tanto, sus vecinos Argentina y Brasil, sin pretensión constitucional alguna sobre territorios celestes, han desarrollado programas espaciales que operan 39 y 16 satélites respectivamente, fabrican sus propios ingenios espaciales, y dominan tecnologías que Colombia apenas comienza a explorar mediante la ayuda de contratistas extranjeros. Esta disparidad entre aspiración jurídica y capacidad tecnológica no es meramente anecdótica. Representa, en toda su dimensión, la distancia que separa la voluntad política plasmada en pergaminos constitucionales de la dura realidad de la ingeniería aeroespacial, el desarrollo industrial y la inversión sostenida en ciencia y tecnología.