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Conectados al Abismo: El Desafío de la Intimidad en la Sociedad Digitalizada

Desafiemos los algoritmos que moldean nuestra intimidad y busquemos en el acto sexual físico un significado personal y humano, alejándonos de los peligros de un mundo digitalizado que nos desconecta de nosotros mismos

La digitalización de la conciencia humana es un profundo temor para el ser humano racional, una ironía que radica en que la razón nos proporcionó esta evolución tecnológica que ahora tememos. Sistemas determinados por algoritmos algebraicos que ahora definen nuestros gustos, males e incluso profundos secretos que guardamos celosamente. La sicalipsis, de la cual yo mismo sufro, encuentra su sentido en la constante sexualización del ser humano, consecuencia de la degeneración moral de la posmodernidad. Esto se explica por la pérdida de principios fundamentales de construcción social, como la familia, y la profunda objetivación del individuo como alguien con necesidades mundanas a ser satisfechas por otros individuos, y viceversa.

Los vicios humanos abandonan la carne y se implantan en nuestras pantallas. Posts, videos e imágenes en las redes sociales; la facilidad con la que accedemos a la información es increíble, aunque menos impresionante que la facilidad para ser manipulados por esta misma. Banalización del cuerpo humano; salidas fáciles al complicado proceso que implica el cortejo y la creación no dolosa de expectativas imposibles debido a la idealización egoísta que nos ofrece internet.

Meditaciones desde mi habitación me llevan a pensar: si nos hemos reducido a un perfil digital con preferencias determinadas por el algoritmo de un dispositivo que aparentemente nos conoce mejor que nosotros mismos y que incluso satisface nuestras necesidades sexuales, ¿cuál es el sentido de buscar satisfacerlas en el mundo físico? Tal vez, ¿buscar trascendencia en un sentimiento amoroso? Una trascendencia imaginaria, vacía, que consiste en una simple reacción química de nuestro cerebro y que nos hace sentir especiales en la infinitesimal mota de polvo de este mastodóntico universo. Buscar trascendencia en el insignificante espacio es darle un alcance muy idealista a algo determinado por nuestra biología.

Encuentro solución a este crudo pensamiento tan vacío pero lujurioso en lo confuso del mismo. Darle un significado demasiado importante al sexo hace que no tengamos los pies en la tierra y busquemos ese ideal trascendental por otros medios. Pero definirlo de manera simplista, como una satisfacción degenerada y mundana de impulsos sexuales, genera que nos instalemos en un concepto nihilista y falto de significado que provoca cierta incomodidad, al menos.

Simplemente, el significado del acto carnal para mí, al igual que la vida en general, se basa en la tesis camusiana del mismísimo absurdo del acto. Salgamos del arquetípico y algebraico algoritmo que nos otorga una satisfacción vacía de nuestros impulsos y busquemos en el absurdo del acto sexual físico un significado intrascendente pero esencial para buscar algo más que la triste determinación biológica de nuestros deseos. Una definición mucho más personal y que nos aleja de los peligros de la digitalización; un significado, en cierto sentido, más humano que cualquier otro.